Elegí estudiar Filología Hispánica porque me encantan las palabras. Leo y escribo desde que tengo uso de razón, mis genes siempre me han obligado a decantarme por el área humanística más que científica. En cierta manera me da rabia cumplir con el tópico de que a las mujeres se nos dan mejor las letras. Ojalá fuera una chica superdotada para las matemáticas, la física y la ciencia, pero no. Es lo que hay. Aunque por otro lado me siento orgullosa de mis habilidades con la sintaxis, el comentario de texto, la redacción, la lectura... En fin, no tenía más remedio que estudiar lo que estudié.
En cuanto a mis deseos de ser profesora, tienen que ver con el gusto por enseñar, por ofrecer siquiera un trocito de aquello que a mí me apasiona, por formar a personas capaces de pensar y expresar su mundo. Me parece tan claro que la ignorancia nos hace vulnerables y pobres de espíritu, que ansío transmitirlo en mis clases. Es importante cumplir con el currículo, claro, pero no lo es todo. Sin embargo, quizás el tiempo que vivimos no es el más propicio para esta utopía que persigo. Por ella lucho cada día en mi aula.
Pero como todo ser humano, supongo, también tengo aspiraciones más allá de mi actividad profesional. Me siento afortunada de tener un trabajo que me permite estar en contacto con lo que más me gusta. Y aún así, necesito desconectar y sentir que algún otro sueño mío se puede cumplir. Eso me ocurrió hace ahora dos años cuando un compañero y amigo me dio la oportunidad de escribir en
Cuadernos del Sur. Ver publicadas mis reseñas es una pasada para mí. Ahora también colaboro en
latormentaenvaso y en
literaturas.com. Por eso estoy tan agradecida a Pedro M. Domene y a su seño Mariángeles y a todos los que me han admitido en este mundo que me fascina. Ahora me encuentro más animada para, digamos, realizarme como escritora. Que me queda mucho por aprender lo sé. Espero disponer de mucho tiempo por delante para ello.
Como hay tantas cosas que quiero hacer, en ocasiones pienso que la vida es demasiado corta. Para salir a caminar. Para viajar. Para aprender a tocar la guitarra. Para bailar. Para leer. Para escribir. Para vivir. Siempre con Paco, mi marido y mejor amigo. Y mis otros amigos de verdad. Y mi familia.
Gracias.
CDR