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lunes, 30 de septiembre de 2013

RESPLANDECIENTE

No veo mucho la tele, se podría decir que nada. Pero en las contadas ocasiones en que me encuentro delante de ella y le presto algo de atención, es frecuente ver anuncios publicitarios más que otra cosa, a no ser que se trate de la pública, claro. Siempre me he fijado en la publicidad, me parece algo importante y digno de análisis. La conclusión que saco, en general, es que los anuncios comerciales son bastante ruidosos, engañosos y tópicos, entre otras cosas.

Claro que hay mensajes publicitarios que me gustan, especialmente los que se refieren a conceptos (anuncios solidarios o de concienciación vial, por citar dos ejemplos). Sin embargo, los que muestran productos me agradan mucho menos.

Pero, oh, sorpresa, este fin de semana he visto el que hoy por hoy sería mi anuncio favorito. Y no se sorprenderán cuando les diga que se trata del que ha lanzado la Academia de la Publicidad para celebrar el trescientos aniversario de la RAE. Les diré que no he elegido este spot por el simple hecho de que se refiera a esta importante institución para nuestro idioma. Sino porque me ha resultado un anuncio original, divertido y creo que necesario para que los espectadores se conciencien de que un mal uso ensucia la lengua.

Verán (por si aún no lo han visto). Se trata de un anuncio que imita al típico de un producto de limpieza. Un niño derrama un tarro de mermelada y la madre, muy enfadada, le pide que limpie rápidamente el desaguisado, utilizando palabras y expresiones incorrectas -fambruesa, estropiciándolo, en de que venga, floresciente-. El problema se soluciona en la siguiente secuencia con el Diccionario de la Real Academia, con el que la madre, ya más relajada, pide a su hijo lo mismo de antes pero correctamente. Es decir, como un detergente elimina las manchas de una superficie, el DRAE corrige y limpia las incorrecciones de la lengua. El spot acaba con el lema "Limpia, fija y da esplendor" (utilizado cual "la prueba del algodón"), con el que se pone de relieve -se recuerda, se da a conocer, además- la vocación de utilidad colectiva que tiene la Academia.

Por favor, más iniciativas como esta. Porque la labor de la RAE es preservar nuestra lengua y debe verse como una institución activa y actual. Por su parte, la publicidad, que utiliza la lengua como una de sus herramientas fundamentales, tiene también una gran responsabilidad en este tema.

CDR


jueves, 26 de septiembre de 2013

GERMINAL

Se avecina un fin de semana plenamente otoñal y sin duda apetecerá una buena lectura. Esta podría ir bien:

Primero, una aclaración. Germinal se refiere al nombre del séptimo mes del calendario republicano francés. Como verán seguidamente, un nombre con mucha intención.

Es de sobra conocido el talento del cantautor catalán Lluís Llach (Girona, 1948). Si bien nos tiene acostumbrados a canciones de letras intensas, profundas, comprometidas, ahora nos sorprende con un debut literario a la altura de sus posibilidades, Memoria de unos ojos pintados, una novela que es a la vez la crónica de una época muy concreta en nuestro país, y una bella historia de amor entre dos jóvenes de la Barceloneta, un barrio humilde de gente trabajadora y colectividad solidaria. La forma en que Llach ha conjugado un tema durísimo con la delicadeza de una relación prohibitiva es simplemente magistral. Además de retratar aspectos esenciales de la Cataluña de la primera mitad del siglo XX, la novela se convierte en un homenaje a todas aquellas personas que sufrieron la Guerra Civil y el exilio.
Retirado de los escenarios desde 2007, el propio autor reconoce que nunca hubiera pensado escribir una novela, que fue algo azaroso. Dueño de un tiempo libre que antes no tenía, Lluís Llach se reencontró con el placer de la lectura. Y a raíz del encargo de un guión para un amigo, se puso a escribir y sintió la necesidad de contar cosas. El resultado es esta novela vertebrada por la historia de Germinal y David, criados juntos y que juntos descubren la vida, el amor y la amargura. Porque más allá de la descripción de los años de la II República, la lucha, los ideales, atropellados por el estallido de la guerra, las batallas y los escarnios, queda el amor incondicional de los dos amigos. Un amor que todo lo puede y que no es truncado ni siquiera por la muerte. No importa la homosexualidad, no importan la distancia ni el dolor.
Por otra parte, no deja de sorprender la magnitud de esta novela para un hombre acostumbrado a escribir pequeñas historias, pues eso son las canciones; el hilo narrativo de esta obra para un poeta. Así, es evidente que Lluís Llach está dotado del don de la escritura. La estructura narrativa de esta novela se basa en la conversación del viejo Germinal con un director de cine interesado en hacer una película sobre esa época. De esta forma cada grabación forma un capítulo que se construye como un relato breve de la historia lineal que va narrando el protagonista. Son numerosos los personajes que aparecen, cada uno con su correspondiente importancia en el argumento, perfectamente caracterizados y desarrollados todos ellos. La narración destila un realismo impresionante, con el uso de una prosa sencilla, directa, y descripciones de una gran fuerza e incluso crudeza. Pero también cuenta con pasajes de belleza extraordinaria, especialmente los dedicados a hablar de ese microcosmos que era la Barceloneta (que Llach tan bien conoce y recrea) y de los sentimientos de los personajes. La despedida de la amiga que emigra a Argentina con sus padres, la visión del padre como un ser superior, la gente que llega desorientada a la estación de Barcelona, los bombardeos, la muerte de la otra amiga, los encuentros sexuales, los soldados en la batalla del Ebro, o David en el pelotón de fusilamiento. Imágenes que se quedan grabadas en nuestra retina aunque solo sean palabras. La venganza final es quizá la escena más novelesca, pero no desdice del conjunto argumental, incluso sirve para aumentar el dramatismo y contribuir al sabor agridulce que nos deja finalmente esta magnífica historia. Una pequeña redención para el atormentado protagonista.

En resumen, Memoria de unos ojos pintados (título que alude a la costumbre de Germinal de pintarse la raya de los ojos y que denota la personalidad del personaje así como un gesto definitivo en su vida) es una buenísima lectura, una lectura inteligente no apta para todos los públicos por su dureza. Pero también por su ternura.

Y como siempre... ¡Feliz lectura!
CDR

martes, 24 de septiembre de 2013

HELIOTROPOS

Los heliotropos son una familia de plantas de tallo leñoso, con flores que van girando a lo largo del día, orientándose siempre hacia el sol. (Etimológicamente, la palabra proviene del griego helios "sol" y trepein "girar".) De noche se reorientan hacia el este, preparándose nuevamente para recibir al astro rey a la mañana siguiente.

También se llama heliotropo a un instrumento de medición inventado por el matemático alemán Carl Friedrich Gauss en 1820, que utiliza un espejo para reflejar la luz del sol a través de grandes distancias apuntando a un punto específico en el terreno.

Y con el mismo nombre se conoce además un ágata de color verde oscuro con manchas rojizas, así denominada por su peculiar modo de reflejar la luz.

Por otra parte, es bien sabido que las plantas, en general, tienden a orientarse hacia la luz. Y existen estudios científicos que desvelan que otros organismos unicelulares, insectos, peces... tienen este mismo comportamiento. Así pues, se puede hablar de un efecto heliotrópico, aquel que se caracteriza por la propensión de los sistemas vivos a buscar aquello que da vida y evitar lo que puede acabar con ella.

Tras este planteamiento, piensen: ¿no es cierto que también las personas nos sentimos atraídos hacia lo luminoso, es decir, lo positivo? Y es necesario que sea así, porque esto tiene repercusiones reales en nuestra vida, en nuestro ánimo, en nuestro bienestar. El efecto heliotrópico crea una espiral positiva, ampliando lo bueno y ayudando a desarrollar capacidades para manejar lo malo. Por tanto, debemos esforzarnos por reconocer lo "luminoso" en los demás, así como advertir y dejar "brillar" nuestras habilidades y virtudes. Las personas podemos convertirnos en auténticos transmisores de energía positiva. Esas personas son conocidas como optimistas, personas junto a quienes nos sentimos vivos, motivados y con ganas de hacer cosas. Esta cualidad puede ser innata, pero también podemos aprenderla y aplicarla día a día. Debemos detectar y valorar las cosas buenas en lo que nos rodea, ser generosos y tolerantes, ser agradecidos, y por último, construir relaciones basadas en la fortaleza, en la de los otros y en la nuestra propia.

Así, podrán decirnos: ¡Eres un sol!

CDR

domingo, 22 de septiembre de 2013

AMORES EN LA MITOLOGÍA (IV)

Nuestra entrada mitológica de hoy gira en torno a los amores (o mejor, amoríos) de Hermes.

Hijo de Zeus y Maya, una de las siete Pléyades, Hermes ocupó un lugar privilegiado en el universo olímpico, aunque lo cierto es que no todo comportamiento suyo fue ejemplar. Pongamos por caso que ya desde pequeño se dio a conocer por su gusto por lo ajeno, ocasionándole más de un problema con los dioses sus aventuras de ladronzuelo. Así, Hermes no solo es el dios mensajero, de los viajeros, sino también el dios de la astucia, de los mentirosos y los ladrones.

Como lo que no era suyo le atraía, en sus amoríos también mostraba esta tendencia. Como con Quione, amada a su vez por Apolo. Lo curioso es que el dios del sol no se opuso a compartir a su amante, pues sentía por Hermes especial afecto. Y no sería Quione la única mujer que ambos compartirían. Igualmente se alternaron en las sábanas de Acacalis, la hija de Minos. Con ella tuvo Hermes por hijo a Cidón, el que sería héroe fundador de la ciudad de Cidonia, en Creta. Otros hijos fruto de las hazañas eróticas del dios fueron Eudoro y Linos.

Pero Hermes no siempre fue aceptado por sus pretendidas. A pesar de sus pies ligeros, su elocuencia y otros dones, fue rechazado en no pocas ocasiones, teniendo que recurrir al abuso para saciar sus deseos. El episodio que mejor resume este hecho es el de Apemosina, doncella por quien el dios alado se sintió especialmente fascinado. Quizá porque, veloz como un rayo, no menos que el propio Hermes, la joven siempre lograba escapar de sus requerimientos. Hermes quedaba resoplando, excitado... y herido en el orgullo. Mas ya se sabe que los dioses no suelen aceptar bien las frustraciones. Tampoco Hermes, así que ideó una estratagema que finalmente dio el resultado deseado.

Cuenta el mito que:

Hermes aguardó la ocasión propicia para poner en marcha su plan. Y, tras comprobar un itinerario que debía ser seguido por la joven necesariamente, el astuto dios extendió decenas de pieles de animales recién degollados a lo largo de un estrecho sendero lateral al camino por el que pasaría Apemosina. Su propósito era desviarla y hacerla caer en su trampa. Luego se sentó a esperar, paladeando de antemano su triunfo.

Cuando la doncella apareció, Hermes volvió a ejercer sobre ella el consabido acoso, pero esta vez orientando sus pasos hacia el sendero previsto. La muchacha volaba en su carrera. Parecía que iba a burlarlo una vez más, pero al pisar las bien dispuestas pieles resbaló y, antes de que pudiera levantarse, Hermes ya estaba sobre ella.

El dios gozó. Apemosina mordió el polvo de la humillación. Y para mayor desdicha, el destino le tenía preparado un fatal desenlace. Pues la joven contó angustiada a su hermano lo sucedido y este no quiso creerla. Por el contrario, despreciándola, la mató a patadas.

No todas las historias acaban bien. Por desgracia, algunas no son mitos.

CDR

sábado, 21 de septiembre de 2013

INTROVERTIDOS

Hoy en día la introversión está mal vista. Cuando alguien es dado a encerrarse en sí mismo y se abstrae de lo demás, cuando alguien habla poco y prefiere estar solo en determinados momentos, es tildado de socialmente torpe, o de engreído, o de bicho raro... o de todo a la vez.

Sin embargo, hay gente que es introvertida  por naturaleza y eso no quiere decir que sean incapaces de comunicarse y de relacionarse, de pasárselo bien. Simplemente son personas poco dadas a expresar sus sentimientos, reacias en mayor o menor medida al contacto social, frente a la sobrevalorada extroversión que impera en la sociedad actual.

Al contrario de lo que pueda parecer, ser introvertido no quiere decir necesariamente ser tímido. La timidez está más relacionada con el temor, con el encogimiento de ánimo ante situaciones concretas, e incluso puede derivar en una patología si es muy acentuada, relacionada en este caso con la insatisfacción y la baja autoestima. La extroversión, por su parte, es algo innato e incluso puede ser una actitud elegida voluntariamente.

Hablar poco y decir mucho, reflexionar, disfrutar de conversaciones serias y significativas, tener pocas pero buenas relaciones... son algunas de las características de las personas introvertidas.

Los introvertidos reivindican -lo hacen con su comportamiento contra corriente- la reflexión, la moderación y la discreción. Pero, de momento, en una sociedad que incentiva el histrionismo social, que ensalza el tener miles de amigos (aunque sean virtuales), que engrandece a quienes tienen opiniones para todo, y en la que se prefiere el riesgo a la prudencia y la certeza a la duda, los introvertidos quedan como peces fuera del agua.

Aunque, por otro lado, qué más da lo que piensen de ellos, los introvertidos sólo quieren ir a su aire. Y que los dejen en paz.

CDR

miércoles, 18 de septiembre de 2013

MOTIVACIÓN (I)

Primer día de clase. Entro a un aula donde se encuentran treinta y cinco niños y niñas. Bate el sol en las ventanas y no hay cortinas. Por supuesto, tampoco hay aire acondicionado. Hace calor. No queda ninguna mesa libre, en realidad es poco el espacio que queda libre en la sala. Paso lista con ciertas dificultades ante la variedad de apellidos y nombres.

Miro sus caras y me pregunto cómo voy a conseguir que esas personitas, todas a la vez, estén interesadas en lo que yo les diga cada día. Y viene a mi cabeza la palabra motivación. Es decir, dar a esos niños motivos para escucharme, disponer su ánimo para que entiendan lo que les explique y hagan gustosamente las tareas que les encomiende.

Suspiro. ¿Acaso estoy yo perpetuamente motivada? Como profesora, me veo obligada a asumir certezas y seguridades que no tengo ante unos ojos que me miran con lupa. Suspiro. Yo también me siento muchas veces cansada, aburrida, agobiada, desesperanzada y quisiera lanzar un grito de auxilio. Por favor, que alguien me explique cómo puedo atender a más de treinta niños a la vez, satisfacer sus necesidades, estimular sus capacidades y fomentar sus gustos. Por favor, que alguien me motive.

CDR

martes, 17 de septiembre de 2013

LO QUE PUDO SER

Versos inconexos de una madre sin hija:

Llegó el día. Manos vacías.
 

Hoy brilla el sol
pero no en mi corazón.
Este mundo no era para ti.
 
La vida nos golpea así.

Nunca te escucharé llorar.
Yo te lloraré toda la vida.

 
Quería ser tu mamá,
amamantarte en mis pechos
llenos,
contarte historias
para dormir,
enseñarte a caminar
por la vida.
Quería ser tu mamá,
abrigarte del frío
invierno,
ayudarte a crecer
feliz,
cuidarte, quererte,
ser tu guía...

No pudo ser
y nunca sabré por qué.
 
Tu breve paso por mi vida
no ha sido en vano,
me has enseñado
muchas cosas que no sabía.
 
Lo que pudo ser. Y no fue.

CDR

sábado, 14 de septiembre de 2013

ESFUERZO

Aunque el sábado es día de descanso para casi todos, no está mal a un paso del inicio del curso, empezar a hacerse a la idea del esfuerzo que supondrán los nueve meses que quedan por delante.

Y para eso, para ir mentalizándonos, una selección de citas sobre este empleo enérgico del vigor o el ánimo -cuando no del físico- para conseguir algo venciendo dificultades.

"Sólo hay felicidad donde hay virtud y esfuerzo serio, pues la vida no es un juego." (Aristóteles)

"Nuestra vida vale lo que nos ha costado en esfuerzo." (François Mauriac)

"Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado.  Un esfuerzo total es una victoria completa." (Mahatma Gandhi)

"Jamás el esfuerzo desayuda a la fortuna." (Fernando de Rojas)

"El secreto de mi felicidad está en no esforzarse por el placer, sino en encontrar el placer en el esfuerzo." (André Gide)

"El desvanecimiento de los ideales es triste prueba de la derrota del esfuerzo humano." (Alfred North Whitehead)

"El viento endereza el árbol después de haberlo inclinado." (Charles De Gaulle)

Y para quienes ponen como excusa para no leer que están cansados:

"La lectura alimenta el espíritu y le da reposo cuando está fatigado por el esfuerzo." (Séneca)

En definitiva:

"No hay esfuerzos inútiles." (Roger Caillois)

CDR

jueves, 12 de septiembre de 2013

RECUERDO

Tal día como hoy, hace treinta y dos años, falleció en Milán el poeta italiano Eugenio Montale, Premio Nobel de Literatura en 1975.

Este escritor -que fue también crítico musical- nacido en Génova en 1896, inició sus estudios de letras dedicándose a los clásicos italianos, a la novela francesa y a filósofos como Schopenhauer o Croce. Los estudios secundarios se vieron interrumpidos por motivos de salud y posteriormente aprendió canto.  Así, cuando decidió dedicarse a la poesía, Montale era ya un intelectual de vasta cultura que alternaba el gusto por la lectura de los grandes novelistas del siglo XIX, con la pintura y la música.

Durante la I Guerra Mundial sirvió como oficial de infantería.

En 1939 sus manifestaciones antifascistas le valieron la suspensión por parte del gobierno como director del gabinete científico-literario G. P. Vieusseux.

Tras el segundo gran conflicto bélico, Montale se dedicó a la traducción y a la crítica y se trasladó a Milán para ocuparse de la sección literaria del "Corriere della Sera". Tradujo obras de H. Melville, W. Shakespeare, J. Steinbeck o J. Guillén, mientras que como crítico escribió sobre E. Pound, W. H. Auden o E. Dickinson, además de contribuir, junto con J. Joyce (de quien fue muy amigo), al descubrimiento de I. Svevo.

Además del Nobel, obtuvo el Premio Feltrinelli, el título de Doctor Honoris Causa por las Universidades de Milán, Roma, Cambridge y Basilea, y el título de Senador vitalicio en 1966.

Huesos de sepia (1925), Las ocasiones (1939), El vendaval y otras cosas (1956), La mariposa del café de la plaza (1956), Satura (1971), Treinta y dos variaciones (1973) y Altri versi (1981), forman parte de su valiosa obra.

A continuación tres bellos poemas en versión de José Ángel Valente:
Felicidad lograda

Felicidad lograda, caminamos
por ti sobre un filo de espada.
Para los ojos eres resplandor que vacila;
para el pie, tenso hierro que se raja;
que no te toque, pues, quien más te ama.

Si llegas a las almas invadidas
de tristeza, iluminándolas, tu mañana
es dulce y turbadora como nidos en las molduras.
Mas nada paga el llanto de ese niño
cuyo globo se escapa entre las casas.
La forma del mundo
Si tiene el mundo la forma del lenguaje
y el lenguaje la forma de la mente,
la mente son sus plenos y vacíos
no es nada o casi y no puede salvarnos.
Así habló Papirio. Ya era noche
y llovía. Pongámonos a salvo,
dijo, y avivó el paso no advirtiendo
que era suyo el lenguaje del delirio.


No nos pidas la palabra

No nos pidas la palabra que de par en par exhiba
nuestro ánimo informe y con letra de fuego
lo declare y resplandezca como una amarilla
flor perdida en un terreno polvoriento.

Ah, el hombre que camina sin recelo,
amigo de los otros y de sí mismo y no se cuida
de su sombra que en el punto extremo
del calor se imprime sobre un desconchado muro.

No nos pidas la fórmula que mundos pueda abrirte,
sí alguna sílaba torcida y seca como una rama.
Sólo esto podemos hoy decirte:
lo que no somos, lo que no queremos.


Eugenio Montale aportó una visión absolutamente personal de la problemática y las inquietudes del hombre contemporáneo, partiendo de los hallazgos formales del simbolismo y del decadentismo, a los que enriqueció con una voz inconfundible. Considerado uno de los fundadores del hermetismo italiano de entreguerras, la singularidad de su poética desborda no obstante los presupuestos teóricos de este movimiento.

CDR

martes, 10 de septiembre de 2013

LECCIÓN DE FILOSOFÍA

Avanza ya septiembre y es hora de pertrecharnos con buenas lecturas para los días lluviosos y fríos que nos esperan.
 
Pero como aún no nos hemos olvidado del calor, hoy una recomendación ligera, amena, con un curioso título: El asesino hipocondríaco.
 

Divertidísima, original, atrevida y además de todo instructiva. Así es esta novela de Juan Jacinto Muñoz Rengel (Málaga, 1974). A pesar de su juventud, el malagueño cuenta ya con una dilatada carrera como profesor, columnista, crítico y autor de relato corto. Doctorado en filosofía, fundó en 1998 la revista Estigma, ha colaborado en publicaciones como Anthropos, Clarín, Ínsula o el diario El País. En la actualidad es profesor de los Talleres de Escritura Creativa Fuentetaja de Madrid y dirige un par de programas literarios en Radio Nacional de España. Compagina todo ello con su labor como escritor, con la publicación de 88 Mill Lane (2006) y De mecánica y alquimia (2009), Premio Ignotus al mejor libro de cuentos del año y finalista del Premio Setenil. Su última novela es El sueño del otro (2013). Además de haber editado Perturbaciones y Ficción Sur, y haber sido incluido él mismo en numerosas antologías, como Cuento vivo de Andalucía (2006) o Atmósferas (2009). 
 
El asesino hipocondríaco (2012) es un extraordinario ejercicio literario, en el que se mezcla el humor con una concienzuda documentación.
 
El argumento se basa en la tarea que tiene que acometer el señor Y., contratado para liquidar a Eduardo Blaisten. Lo que ocurre es que el asesino a sueldo se muestra desde el principio un tipo peculiar, compendio de una serie de enfermedades, reales o imaginarias, que lo llevan a creer que cada día es el último de su vida. Por ende, este acopio de dolencias le impide continuamente realizar su encargo. De manera que la narración se convierte en una sucesión de intentos fallidos del escrupuloso asesino hipocondríaco. Hasta aquí, la excusa para la trama narrativa. Sin embargo, el acierto de Rengel consiste en el entramado que teje, capítulo a capítulo, a modo de analogía con escritores y pensadores famosos aquejados de los mismos males que nuestro personaje. Una verdadera galería de enfermos ilustres con los que el protagonista se identifica. Kant, Poe, Voltaire, Proust, Byron, Tolstói y muchos otros, como un selecto club de malditos a los que la mala fortuna y la enfermedad han asediado siempre. Sin que estas digresiones menoscaben para nada el desarrollo del argumento.
Hay que elogiarle a Muñoz Rengel, aparte de lo dicho, su hábil manejo de la palabra y su atinada manera de dejar aquí y allá cabos que el lector podrá ir atando fácilmente para encontrar un sentido a la historia. Si bien se podría decir que la acción no es trepidante ni intrigante, por consabida ya a lo largo de la lectura, sí sabe el autor mantener el pulso, con un lenguaje mezcla de sencillez y tecnicismos, prosa fluida y una gran dosis de ironía. Y culminar, asimismo, con un final abierto, en estructura circular, que reafirma la espiral en que se encuentra metido el desdichado M.Y. Una creación insólita y magistral este argentino de moral kantiana, un ser paradójico y delirante que representa en grado máximo al hipocondríaco, inspirador de compasión por mucho que fríamente pueda parecer incluso repulsivo. Como contrapunto, su objetivo, el señor Blaisten, tan seguro de sí mismo, de tan exultante salud, con una amante. Todo lo que Y. no tiene. Porque lo que él tiene es soledad, nulas relaciones sociales como buen asesino profesional, por eso se inventa amigos, muy sofisticados, por cierto. Quizá habría que reflexionar también sobre el mundo de las apariencias; que el lector decida.
En cualquier caso, una novela entretenida, diferente, con un falso transfondo de género negro, que más allá de la propia historia y de desvelarnos curiosas anécdotas sobre grandes literatos y pensadores, puede ponernos sobre aviso de los males de la soledad, de la excesiva sensibilidad y de hasta qué punto es posible distorsionar la realidad y lastrar nuestra vida hasta que nos llegue la hora. Porque eso sí, todos morimos al fin.  
¡Feliz lectura!
CDR

lunes, 9 de septiembre de 2013

PARENTESCOS INSÓLITOS: MARIDO Y MARIACHI

Ya se ha hablado alguna vez en este blog de etimología. Pero siendo un tema tan amplio y apasionante, volvemos sobre él ahora para centrarnos en algunas sorpresas inauditas que nos depara esta ciencia que estudia el origen de las palabras.

Algunas relaciones comunes son fáciles de deducir -neurona y neuralgia, por ejemplo-. Sin embargo hay otras que resultan bastante curiosas, como la que hoy nos ocupa. Se trata de parejas de palabras gráfica y fonéticamente semejantes, pero de muy distinto significado. Aunque, por increíble que parezca, comparten un origen común, tan remoto, eso sí, que solo podemos rescatarlo a través de un recorrido histórico por las raíces helénicas y latinas de nuestra lengua. Descubriremos así historias interesantes y extraordinarias.

Como es posible que se me acuse de decantarme habitualmente por temas y enfoques femeninos, empezamos esta nueva serie dedicando la entrada a los sorprendentes parientes etimológicos del sexo masculino. Es difícil encontrar algún descendiente directo del latín mas, maris (macho, varón), pero abundan los descendientes indirectos a través de alguno de sus derivados latinos. El diminutivo masculus, por ejemplo, nos ha dado por la vía coloquial el "macho" con toda su parentela -desde el "machismo" hasta los "machotes", pasando por los "marimachos"- y por la vía culta , palabras como "masculino" (tanto en biología como en gramática) o "emascular" (sinónimo culto de "capar").

En cuanto al latín maritus (marido), sigue utilizándose todavía hoy para dar nombre al hombre casado. Además, en latín servía para formar el verbo maritare (casarse). Esta identificación de matrimonio con el marido nos suena extraña a quienes hablamos un idioma que ha asociado tradicionalmente el matrimonio, como su propio nombre indica, a la "madre", pero se conserva todavía en muchos otros idiomas europeos, como demuestran el verbo francés marier y el inglés to marry, en todo equivalentes al latino. O como demuestra asimismo el nombre que las bodas reciben en inglés (marriage), catalán (maridatge), italiano (maritagio) y francés (mariage).

Y aquí viene la sorpresa. Porque si tienen ustedes presente la imagen del típico cantante jalisciense entonando "Allá en el rancho grande" acompañado de los mariachis (miren más abajo si no), apenas podrán dar crédito a la teoría etimológica sobre este término. Y es que, en efecto, los estudios filológicos afirman que del francés mariage -chapuceramente pronunciado en México- deriva el nombre de "mariachi", que denominó -por contagio semántico- a la música que se tocaba en los bodorrios mejicanos, con violines, arpas, jaranas, guitarras y trompetas.




Pues prepárense para otras sorpresas de este tipo... si es que les llegan a conmover estas curiosidades lingüísticas.    

CDR

sábado, 7 de septiembre de 2013

BUSCÁNDOME

El fin de semana es propicio para escuchar música, si es lluvioso, mucho más. Ya casi apurado el sábado, reflexiono sobre cómo el ser humano no deja nunca de buscarse a sí mismo. Aunque se vaya encontrando paulatinamente, conforme crece y madura, conforme va consiguiendo lo que quiere, siempre hay momentos en los que necesitaría una brújula para navegar por su interior, reconocerse, entenderse, aceptarse, librarse de miedos que, como lastres, hacen más dura la tarea de vivir.

Al menos es lo que me pasa a mí, ya no sé si por ser humano, si por mujer, si por géminis, o seguramente, y más simple, por ser yo.

Lo cierto es que siempre me he sentido muy identificada con la letra de esta canción de Bebe -Búscome- que a continuación reproduzco. Hoy, en concreto, no podría definirse mejor cómo me siento:

Un día aprenderé el porqué de algunas cosas,
empiezo a aprender cómo camina mi corazón,
me precipito, me lanzo al vacío,
luego me vengo abajo por miedo.
Pero yo sigo buscándome,
búscome, busco,
búscome, busco,
busco, busco.

Y no paro de buscarme más
y doy vueltas y pienso sin parar
y me miro en el espejo despacito,
me analizo y me enfado otra vez conmigo.
Y me digo "anda ya, mujer,
si todo tiene solución menos la muerte".
Y me levanto muy segura
y me echo a llorar como una niña a oscuras.

"Ya no me divierto", pienso algunos días,
y al otro día no hay sol que me acueste.
Me echo a correr buscando no sé qué,
pensando que tal vez es posible reponerme.
Y mientras búscome, busco,
búscome, busco,
busco, busco.

Y cuando mi cuerpo termine de llorar,
echaré una ramita al mar
que sea balsa para un marinero náufrago
y para que no vaya a tientas le pondré yo un faro.
Y ahora que he caído al fondo de una piscina,
que ni una gotita de agua tenía,
voy a recoger mis alitas rotas
y las pegaré trocito a trozo
y volaré...

Yo soy una montaña rusa
que sube, que baja,
que ríe, que calla,
confusa,
me dejo llevar, llevar,
por lo que los días me quieran mostrar.

Y yo busco, me busco
y no me encuentro.

¿Entienden a qué me refiero?

CDR

jueves, 5 de septiembre de 2013

¿Y EL CALOR HUMANO?

Si ayer hablaba del cerebro, hoy hablaré del corazón, otro dispositivo humano que se ve resentido por esta irrefrenable expansión de las tecnologías.

Aun los que hemos vivido este cambio paulatinamente, sentimos vértigo ante los avances que cada día se nos presentan. Las nuevas generaciones, por supuesto, lo tienen más que asimilado, parece que ya les venga dado genéticamente. Pero creo que si una persona hubiera estado hibernando los últimos veinte años y despertara en el mundo de hoy, quedaría perpleja en un primer momento y después apreciaría algo que quizá a nosotros ya nos pasa desapercibido. Y es que la expansión del uso de las tecnologías como medio de comunicación está suponiendo una reducción de las comunicaciones estrictamente humanas. La verdadera comunicación viva se está empobreciendo de un modo alarmante, aunque aparentemente las tecnologías la faciliten.

Por correo electrónico, sms y no digamos por whatsapp somos capaces de decir cosas que no diríamos en persona al mismo interlocutor. Los mensajes están cargados de emoticonos, pero cada vez hay más problemas de habilidades sociales, porque se está agostando la capacidad de transmitir las cosas en vivo, porque se está debilitando el tú a tú, esa transferencia de corazón a corazón imprescindible para no sentirse aislado, para no caer en el fanatismo y/o en la inanidad.

Porque se está enfriando el calor humano.

Y ningún aparato puede sustituir eso.

CDR

miércoles, 4 de septiembre de 2013

EN DESUSO

Así está últimamente nuestro cerebro, el dispositivo natural que todos tenemos, con capacidad ilimitada, y que estamos abandonando en aras de aparatos de los que cada vez dependemos más.

Un ejemplo: ¿verdad que antes eran ustedes capaces de marcar de memoria el número de teléfono de sus familiares y amigos más allegados al menos? ¿Y ahora? Imposible. Buscamos el nombre en la agenda de nuestro móvil, le damos a la tecla y... voilà. Y estamos contentísimos.

Otro ejemplo: ¿no es cierto que antes eran ustedes capaces de llegar a un sitio por sus propios medios, preguntando, mirando el mapa, fijándose en los detalles del recorrido? ¿Y ahora? Cada vez menos. Insertamos el destino en nuestro navegador, le damos a la tecla... y voilà. Y estamos orgullosos.

Pero aún hay más: antes contábamos cómo nos habían ido las vacaciones, qué habíamos hecho el fin de semana, rememorando momentos y expresándonos para que el receptor tuviera una idea clara de lo bien que lo habíamos pasado. Hoy esto ya no es necesario. Como una imagen vale más que mil palabras, hacemos una foto con nuestro móvil, la compartimos y no hay más que hablar. Ya se sabe claramente qué hacemos y cómo lo estamos pasando.

Una tecla para todo. Sin palabras. Sin esfuerzos.

En definitiva, y a grosso modo: el móvil sustituyó al teléfono fijo para hablar a distancia, en este momento estamos muy cerca ya no solo de que desbanque a otros dispositivos (cámara de fotos, TomTom, podómetro, etc.) con sus múltiples aplicaciones, sino además de que nos prive de la capacidad de memorizar, almacenar, retener... y hasta hablar. Qué paradoja.

Denle al botón de encendido de su cerebro y díganme: ¿se acuerdan de cómo era la vida -hace tan solo quince o veinte años- sin móvil (y ya puestos, sin internet, sin tropecientos canales televisivos)?

Claro que habrá quien me rebata diciendo que el cerebro se puede usar para muchas cosas aparte de para las tres que aquí describo. Pero, ¿acaso a la larga no mermará esto su capacidad?

A mí ciertamente me preocupa.

CDR

lunes, 2 de septiembre de 2013

ESTILOS

Por si no lo saben, el primer estilo que aparece en el Diccionario de la Real Academia es el punzón con el que escribían nuestros antepasados griegos y romanos en tablillas de cera. ¿Por eso hay algunas marcas de bolígrafos y plumas que se llaman Stylo? Seguramente.

Más conocidos son los modos, maneras y formas de comportamiento. Cuánto dejan que desear algunos de estos. No menos que ciertos usos, prácticas, costumbres o modas.

Y hablando de moda, si una persona viste con gusto, elegancia o distinción se dice que tiene estilo. Aunque ya saben que el hábito no hace al monje. O que aunque la mona se vista de seda... Y es que es demasiado habitual encontrar personas con estilo en el vestir sin la más mínima clase en su conducta.

Por otra parte, a la manera de escribir o de hablar peculiar de un escritor o de un orador se le llama estilo. Y se puede crear escuela. ¿Qué me dicen del estilo cervantino? Siguiendo en el arte, también el carácter propio que da a sus obras un artista plástico o un músico es un estilo. Igualmente tiene sus adeptos. Más en general, se define como estilo al conjunto de características que individualizan una tendencia dentro de una época determinada. Todo esto suele clasificarse a posteriori, claro. O solía, porque actualmente somos muy dados a la imitación prematura y desmedida, sin necesidad, por cierto, de que los modelos sean genios.

En el deporte, también encontramos estilos, ya que así se denominan las diferentes formas de realizar una modalidad deportiva.

En botánica, un estilo es una columna pequeña, hueca o esponjosa, existente en la mayoría de las flores, que arranca del ovario y sostiene el estigma.

Y en el léxico marino, la púa sobre la cual está montada la aguja magnética, ¿adivinan?, se llama estilo.

Ahora saltamos el charco para averiguar que en Argentina y Uruguay, el estilo es una composición musical de origen popular, para guitarra y canto, de carácter evocativo y espíritu melancólico.

Ya ven, volvemos a la melancolía con que arrancábamos ayer. Mezclada hoy con una especie de cabreo y cansancio retestinado. Enciende una la televisión después del letárgico mes de agosto y se encuentra exactamente lo mismo de siempre, si no peor. Señoras muy arregladas y caballeros trajeados despotricando unos de otros -con estilo pero sin el menor estilo-, reuniones para reflexionar sobre las pensiones, fechas para la inminente reforma de la ley del aborto, transferencias millonarias del papá soberano a su princesita, y una cuestión lanzada al aire para que ahora, con la vuelta al cole, se ponga más en entredicho la profesionalidad de los docentes. Y yo me pregunto, imitando el estilo de quienes nos bombardean día sí, día también con su mierda: ¿están nuestros políticos suficientemente preparados para gobernar un país, para hacer oposición, para hacer algo más allá de llenar sus bolsillos y machacar a los demás en una búsqueda de autodefensa a su ineptitud? Sus errores son mucho más graves que no saber que un caracol es un molusco. O algo por el estilo. Como soy profesora no lo sé seguro.

CDR

domingo, 1 de septiembre de 2013

EL POETA DE LA VIDA

Empieza septiembre. Y no quiere decir que haya terminado el verano, aún quedan veinte días, pero parece que la nostalgia se nos instala ante el preludio del otoño, la rutina.

Al menos yo hoy, no sé por qué, me he levantado nostálgica. Y llevo buena parte de la mañana leyendo poesía de José Hierro, uno de mis autores predilectos. Por eso, después de este paréntesis en el blog -no a causa de unas maravillosas vacaciones en un lugar lejano, sino por la gota fría que ha debido de hacer estragos también en las conexiones-, quiero rendir un pequeño homenaje al poeta madrileño, aunque no se cumpla hoy ningún aniversario suyo.

Fue Madrid la ciudad que lo vio nacer y morir, pero José Hierro pasó gran parte de su vida en Cantabria, donde sus padres se trasladaron cuando el niño apenas tenía dos años. Allí cursó sus estudios primarios en el Colegio de los Salesianos y posteriormente comenzó la carrera de perito industrial, que no pudo terminar al estallar la guerra civil en 1936. Cuando finalizó la contienda, Hierro fue detenido por pertenecer a una organización de ayuda a los presos políticos, según la acusación, e ingresó en prisión, donde estaría hasta 1944. Si algo positivo tuvo esta etapa fue la productividad literaria, pues el autor trata los acontecimientos vitales como materia poética (el abandono de los estudios, la muerte de su padre, la guerra, la cárcel) y el amargo poso autobiográfico que destilan estos poemas les dota de una madurez no muy común en un poeta joven. En esta época de reclusión descubre la Generación del 27 a través de Gerardo Diego, quien se convertirá en su padre espiritual, como el propio Hierro reconocerá más tarde. Una vez puesto en libertad, se trasladó a Valencia, donde permanecerá varios años, dedicado por completo a escribir. Participó en la fundación de la revista "Corcel" y perteneció igualmente al grupo fundador de "Proel", junto a Ricardo Gullón. En esta revista apareció su primer libro de poemas, Tierra sin nosotros (1947), donde arraiga ya la imagen que perseguirá al poeta por muchos años, la de una patria destruida, inhabitable. Ese mismo año se publica también su segunda obra, Alegría, por la que recibirá el premio Adonais, temáticamente una continuación de la anterior. Al regresar a Santander, José Hierro ejerce de profesor y de redactor jefe de las revistas de la Cámara de Comercio y de la Cámara Agraria. Por estas fechas comienza además su labor como crítico pictórico, en el Diario "Alerta" sobre la obra del pintor burgalés Modesto Ciruelos, quien llegó a ser gran amigo del poeta y falleció precisamente el mismo año que él.

En 1949 contrajo matrimonio con María de los Ángeles Torres. De 1950 es su poemario Con las piedras, con el viento. Dos años después decide instalarse en Madrid con su esposa y sus dos hijos. En la capital prosigue su carrera de escritor, aparece Quinta del 42 (1952), donde Hierro se muestra ya como poeta solidario sin que su lírica, sin embargo, sea poesía social al uso. Empieza a trabajar en esta época en el CSIC, en la Editora Nacional y en el Ateneo. Fue asiduo colaborador de numerosas revistas literarias, como "Espadaña", "Garcilaso", "Juventud Creadora" o "Poesía de España", entre otras. Y participó en Radio Exterior y Radio 3 hasta que se incorporó a Radio Nacional de España, donde permanecerá hasta 1987. De marcada tendencia antirrealista es el poemario Cuanto sé de mí (1957), en el que, alejándose de la historia y del tiempo, su preocupación se centra en el lenguaje y en lo imaginativo. Elementos que culminarán en el Libro de las alucinaciones (1964), vertebrado por un fuerte irracionalismo que se plasma en el uso del versículo como ruptura total. Tras unos años de silencio creativo, en que seguían apareciendo reediciones de sus obras y el poeta continúa su variada labor, en 1991 se publicó Agenda y Emblemas neurorradiológicos en 1995. A finales de la década, Hierro se consagra más si cabe con Cuaderno de Nueva York (1998), auténtica obra maestra de la poesía contemporánea.

Otra de las pasiones de José Hierro fue la pintura, arte que conoció y dominó casi al mismo nivel que la literatura, utilizando el lenguaje pictórico como complemento perfecto a su poesía. Asimismo, la música también es parte esencial de su obra, pues sus versos no son otra cosa que una cadencia musical que sirve para explicar la vida. En este sentido, no hay más que escuchar alguno de los poemas en la propia voz del autor para darnos cuenta de la musicalidad y plasticidad enlazada en los versos. La poesía es ritmo y en el caso de Hierro, precisamente, la emoción surge con el compás de sus palabras. El poeta, que consideraba que no existen palabras bellas o feas sino adecuadas o no para el poema, buscaba y trataba con cariño las palabras hasta encontrar su música idónea.

Entre sus muchos reconocimientos y galardones destacan el Premio Nacional de Poesía en 1953 y en 1999; el Premio de la Crítica en 1958 y 1965; el premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1981, el Premio Nacional de las Letras Españolas en 1990; el IV Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 1995; o el Premio Cervantes en 1998. Además, fue nombrado hijo adoptivo de Cantabria en 1982 y un busto suyo se halla en el paseo marítimo de Santander. En 1999 fue elegido miembro de la Real Academia Española, aunque nunca leería su discurso de ingreso, pues su salud empezó a complicarse a raíz de un infarto sufrido al poco tiempo, derivando en un enfisema pulmonar que le provocaría la muerte el 21 de diciembre de 2002.

José Hierro pertenece a un grupo de jóvenes poetas que empiezan a darse a conocer a partir de 1940, sobre todo a través de las revistas literarias de la época. Poco podía interesar la poesía en un momento en que el país estaba sumido en la mayor tragedia de su historia, sin embargo estos inconformistas vates, cada uno a su manera, dieron testimonio de lo que estaba ocurriendo y expresaron sus más hondos sentimientos al respecto. Entre ellos encontramos nombres que ensalzan el prestigio de nuestra literatura contemporánea, como Blas de Otero, Rafael Montesinos, Leopoldo de Luis, y el propio José Hierro. Las diferentes publicaciones literarias representaban las diversas tendencias que se daban en la lírica de la época. Aunque Hierro publicó en muchas de ellas, estuvo principalmente ligado a "Proel" (Santander), cuyas colaboraciones indagaban en la existencia del ser humano y en su papel en el mundo.

En líneas generales, la obra de José Hierro se puede dividir en dos etapas. La primera abarcaría desde su primer poemario hasta Lo que sé de mí, donde ya se notaría un cambio en el estilo y en la actitud lírica. Es su poesía más testimonial, cada poema es como un pequeño “reportaje”, según denominación del propio autor. En la segunda, desde el Libro de las alucinaciones hasta Cuaderno de Nueva York, se acentúa la complejidad, el tratamiento de las metáforas, pero se gana en riqueza lírica y significativa. En Hierro encontramos, por tanto, un poeta completo que supo encarnar el panorama español de medio siglo, respetando siempre su visión personal originaria a pesar de su lógica evolución. El tema principal de la poesía de José Hierro es el tiempo. Una de sus obsesiones, como él mismo reconocía, era perpetuar el instante para disfrutarlo antes de que pase. Se diría que el impulso lírico viene de la necesidad del poeta de hallar una verdad que le dé refugio ante la fugacidad temporal. Así, el símbolo más recurrente de su poesía es el mar, representación de lo eterno, no tiene pasado, está siempre presente. También muy importante es la conciencia de que el dolor y la felicidad van unidos en la vida, suponen la plenitud de la misma. Como dicen los versos Llegué por el dolor a la alegría. / Supe por el dolor que el alma existe (del poemario Alegría), la conclusión, a la vez lógica y absurda, a que llega el poeta es que el dolor y la alegría son lo mismo. Por otra parte, una de las características que se han señalado como más originales de la poesía de Hierro es la “alucinación”, que él mismo definió como “Una confusión de tiempos y espacios, un no saber si las cosas están realmente ocurriendo o soy yo quien está anticipando algo que va a ocurrir, una realidad visionaria.” Y así, la obra de este magnífico poeta se va impregnando poco a poco de ambigüedad, de caos y de irracionalidad, a partir de los sesenta, como ya se ha mencionado. Aunque mantendrá su elección de palabras sencillas y su alejamiento del hermetismo conceptual, la expresión poética se tornará más compleja, más sugerente y misteriosa. La distinción, pues, entre “reportaje” y “alucinación” podría parecer imprescindible, sin embargo no lo es más que para la obra en conjunto, ya que poema a poema descubrimos que la diferencia no es neta, sino que se mezcla (hasta en el poema titulado Reportaje se cuelan ráfagas visionarias y alucinaciones) e incluso ambos se superponen.

José Hierro es un poeta fruto de sus circunstancias y de su tiempo, que supo enraizar en la vida que le tocó vivir, sin intentar en ningún momento una poesía abstracta o de evasión. Él quiso que su poesía fuese testimonial y no una poesía estética, de la que fácilmente se podría prescindir, sin descuidar por ello la belleza de la palabra (en principio, sus poemas responden a las formas clásicas, como el soneto o el romance), que no es lo mismo que el recargamiento y el ornato excesivo. Y tampoco gustó mucho de la denominación de “social” para su poesía, pues no veía clara tal etiqueta. Poco le preocupaba, en todo caso, el encasillamiento de su obra, pues con la honestidad que lo caracterizaba llegó a afirmar que él escribía lo que le salía y que lo hacía para conocerse a sí mismo y entender lo que le rodeaba. Para Pepe Hierro, como le gustaba que lo llamaran, la poesía es cuestión de inspiración además de trabajo. Sus silencios poéticos se debían a que no le venía la poesía, para escribir necesitaba sentir una especie de cosquilleo en la conciencia, como una música que oyes en tu mente y debes plasmar en versos. Y si algo más destaca, aparte de lo dicho, en la obra de Hierro es la esencia de vida que se capta en su poesía. En general desnuda, pobre en imágenes, la poesía de este cántabro de adopción es lisa y llana como un espejo para el lector. Y aunque se pueden extraer bellos versos aislados, la verdadera hondura de su lírica se saborea paladeando el poema completo. Como pequeños trozos de vida.

Comprometido con el terrible tiempo que le tocó vivir y las injusticias sufridas en su propia carne y en la de los otros, quienes conocieron personalmente a Pepe Hierro lo quisieron y lo admiraron por su personalidad arrolladora, por su talento y por su integridad moral. Hablan de él como un enamorado de la vida, un ser intranquilo y nervioso que no podía estar quieto, bromista, fumador empedernido, a quien fascinaba el mar, las plantas, la cocina, la música, los animales. Sin temer nunca el brillo ajeno, era un poeta de verdad y un ser humano excepcional que nunca fue mezquino ni egoísta, ni envidioso, siempre noble. ¿Quién puede ser inmune a este hechizo?

CDR