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lunes, 28 de octubre de 2013

ÁNIMOS

Del latín animus, etimológicamente significa "soplo".

Y así, el ánimo, en su concepción clásica, es alma o espíritu en cuanto principio de la actividad humana. Ánima. Alma que pena en el purgatorio antes de ir a la gloria. Por tierra también vagan algunas.

Y de ese sentido espiritual que se entienda ánimo como valor, esfuerzo o energía. Ánimos, y muchos, nos hacen falta. Aliento para superar las dificultades y seguir adelante.

También se refiere el ánimo a la intención o voluntad para hacer algo. Tener ánimo. Así como a la atención o pensamiento. Centrar el ánimo en aquello que queremos conseguir.

Nuestro estado de ánimo depende de las circunstancias. Pero también puede quedar a nuestro arbitrio. Tomar distancia, evadirnos.

Cuántas veces nos estrechamos de ánimo, acobardados por la situación.

Luchar por dilatar el ánimo, sentir consuelo o desahogo en las aflicciones por la esperanza o la conformidad. ¡Qué difícil!

Pero sí, arriba ese ánimo. Nunca caer.

CDR

jueves, 24 de octubre de 2013

DE HUELGA

Como soy profesora, hoy he podido permitirme el lujo de no ir a trabajar, aprovechando la jornada de huelga.

Y así, de paso, les he dado en la cara a todos los pobres padres -que están pasando dificultades económicas y no tienen el trabajo asegurado-, que hoy han visto cómo sus hijos han sido privados de formación por mi culpa. Miren, yo puedo y ustedes no.

Hasta aquí la ironía. Seguro que la han captado. Si están un poco al tanto de la actualidad política y no se han aburrido todavía de la monotonía que suponen las declaraciones de nuestros gobernantes, habrán escuchado estos días a la señora Monserrat Gomendio, Secretaria de Estado de Educación, criticando a los profesores que nos hemos sumado a la huelga convocada contra los recortes en educación y contra la tan famosa ya Ley Werth. Esto es, echando más leña al fuego. Esto es, poniendo a la sociedad en contra de nuestro colectivo docente, como si no tuviéramos bastante con que nos llamen vagos, nos acusen de ser enfermos imaginarios y por tanto nos castiguen cuando nos ponemos enfermos de verdad, nos bajen el sueldo (nada de una subida moderada) y nos priven de nuestra paga extra (cuya nomenclatura quizá habría que revisar, pues no se trata de un regalo, sino de un pago acumulado de una parte de nuestro sueldo no abonado antes).

Y yo me pregunto, ¿hasta dónde vamos a aguantar? Lo cual enlaza precisamente con el final de la anterior entrada. ¿Es que no nos damos cuenta de que estos políticos de mierda nos tratan como a peleles, como a seres inferiores a quienes se les puede hacer tragar cualquier cosa? Creo que todos llegarán a entender, si lo analizan, el verdadero trasfondo de las declaraciones arriba mencionadas. Si no me equivoco, hacer huelga es un derecho constitucional. Y si los profesores hemos hecho huelga porque estamos tranquilos de que ello no va a ser motivo de perder nuestro trabajo porque lo tenemos seguro, eso conlleva que los trabajadores cuyo trabajo no es seguro (gracias en parte a las leyes laborales aprobadas por el Gobierno) no harán huelga aunque quieran, porque se ven coaccionados por ese temor a perder el empleo. Si no se refiere a perderlo y lo que quiere decir es que a nosotros nos da igual no cobrar el sueldo de un día -cosa más que discutible-, de igual manera la persona que no puede prescindir de ese dinero no es libre de hacer lo que desea. Luego, díganme, ¿no es eso convertir un derecho en un privilegio? Y, ¿no es, por su parte, aprovecharse de la situación, frotarse las manos por que la mayoría de los ciudadanos no puedan ejercer ese derecho?

¿Qué quieren, que trabajemos sin cobrar? Nos hacen sentirnos culpables por reclamar no ya una subida de sueldo, sino no más bajadas. ¿Acaso ellos desempeñan su cargo altruistamente? Me parece que no. Declaraciones como esas dejan caer que los profesores no estamos en realidad quejándonos porque nos parezca mal la nueva ley educativa, sino por intereses propios, egoístas e injustificados. De todo lo que está pasando, total, a los padres solo debe preocuparles un poco la ratio de las clases. Y ya saben, aquí estamos por debajo de la media europea. Eso que no se les olvide. Por favor, infórmense también del prestigio social que tienen los docentes en otros países europeos, de los sueldos que cobran y de los recursos y del apoyo administrativo con que cuentan en los centros de enseñanza.

La mayoría de veces, las palabras de los políticos están vacías de contenido, dicen sin decir, contestan sin responder. Pero otras, también muchas, están preñadas de veneno y desprecio. No sólo hacia otros políticos de partidos opuestos -sus debates e intervenciones en el Congreso son penosas, sus opiniones hacia los demás, patéticas-, sino hacia la ciudadanía, votantes que los hemos alzado a donde están. He ahí la maravilla de la democracia. El pueblo elige... los elegidos hacen a partir de ese momento lo que les da la gana. Y he ahí nuestro error. No darnos cuenta de esto, no hacer nada, seguir votando. Si es que no hay más, son todos iguales, alguien nos tiene que gobernar. Meras excusas autocomplacientes.

Y volviendo a la Ley de Educación que nos va a caer encima, quizá no pueda ser peor que la que hay. Posiblemente tendrá sus aspectos positivos, eso está por ver. Pero lo que es cierto e innegable es que es una ley partidista (esta la hemos hecho nosotros), alejada de los problemas reales de la educación en España. Hasta que no haya una verdadera voluntad de erradicar estos problemas y haya una verdadera reflexión realizada por gente competente en educación y no por señores de traje chaqueta en sus despachos, equilibrada y finalmente consensuada por todos, nuestro barco educativo seguirá a la deriva hasta que se hunda por completo. Y entonces, los hijos de los políticos estarán a salvo, porque ellos se lo podrán permitir. Y ustedes no. Y yo, aunque sea profesora, tampoco.

CDR

martes, 22 de octubre de 2013

LA DIFERENCIA ESTÁ EN EL ARROZ

Preguntado un anciano japonés por un occidental cómo pudo Japón transformarse en una potencia mundial tras la Segunda Gran Guerra, su respuesta fue ofrecerle al joven un tazón de arroz. No ha entendido la pregunta, pensó. Pero el anciano, viendo su perplejidad, le contestó entonces: "Al término de la guerra no teníamos arroz para comer. Y entendimos que solo trabajando juntos e intensamente seríamos capaces de vencer el hambre y la miseria. Así que nos convertimos nosotros mismos en arroz cocido: cuanto más pegados unos granos a otros, más fuertes nos hacíamos."

Esta anécdota, con la que he tropezado hoy, nos lleva a reflexionar sobre la diferencia fundamental entre la cultura -o más aún, la naturaleza- oriental y la nuestra. Por medio de esta metáfora del arroz, los occidentales seríamos como granos de arroz sueltos, mientras que el arroz japonés queda pegajoso, unido. Distintas maneras de cocinar. Y distintas maneras de entender la vida, de afrontar las dificultades. La conclusión a la que llegamos, sin duda, es que si se antepone el bien común al bien individual, el progreso se derivará de este esfuerzo y el reparto de los beneficios será equitativo para todos. Cosa que, evidentemente, no pasa en nuestra sociedad.

Es posible que esta enseñanza sea demasiado utópica, no conozco los datos precisos que avalen que en Japón, o en cualquier otro país asiático, el espíritu solidario sea mayor que en otras sociedades. Sin embargo, creo que nos vendría bien extraer el ejemplo general, a ver si nos sirve para algo en los tiempos que corren. Puesto que está demostrado que nuestro sistema económico y productivo no es el mejor de los posibles. O quizá sí, -no pretendo discutir ahora sobre el capitalismo- si todo funcionara como debe, si los gobernantes no se ocupasen sólo de ellos mismos, si a niveles inferiores no ocurriera en cierta forma exactamente lo mismo, si fuésemos una ciudadanía cohesionada y nos lanzásemos a la calle a defender nuestros derechos, a luchar por un trabajo digno. Pues si no hay trabajo o las condiciones de este empeoran, si nos hacen creer que los derechos son privilegios, difícilmente podremos desempeñar bien nuestro oficio, sin atender a sus aspectos más ingratos, en aras del bien común.

Está demostrada la solidaridad de la ciudadanía española, cuando ocurre una desgracia la gente se lanza a la calle de modo altruista a darlo todo. Pero ¿es que no nos damos cuenta de la tragedia que se está gestando día a día en los órganos de Gobierno?

CDR

domingo, 20 de octubre de 2013

PIEDRAS

Piedra viene del latín petra, que es un nombre propio femenino -poco habitual me parece- cuyo masculino es Pedro y que significa, como no podía ser de otra manera, duro, firme (se refiere a la fortaleza).

Y es que las piedras son sustancias minerales, más o menos compactas, que no son terrosas, es decir, que no se disgregan.

Por eso cuando nos encontramos una piedra en el camino cuesta tanto de superar.

Y somos los únicos que tropezamos dos veces (y más) con la misma piedra.

Por cierto, qué molesto es llevar una piedra en el zapato.

Pero más cuando caen sobre los campos en forma de granizo, las piedras causan mucho perjuicio.

Y los cálculos renales donde quiera que se alojen, también son dañinas estas piedras.

Lo cierto es que todos queremos en esta vida encontrar la piedra filosofal que dé sentido a nuestra existencia.

Porque algunas piedras son preciosas.

Como dice un poema japonés:

Al recoger las piedras
que me lanzaron
vi que una era una joya.

Y así volvemos al principio. A las piedras como metáfora de obstáculos. Hay que ser firmes, sacar provecho de las dificultades y seguir siempre adelante.

No se queden de piedra con lo que sucede antes sus ojos y tomen las riendas de su vida.

Aunque algunos se empeñen en tirar la piedra y esconder la mano. Y otros muchos no hayan aprendido aún que palabra y piedra suelta no tienen vuelta.

CDR

viernes, 18 de octubre de 2013

CATARSIS

Avanza el mes de octubre. Y aunque el buen tiempo se resiste a abandonarnos, no está de más preparar buenas lecturas para el inminente otoño que aparece ya agazapado en las tardes acortadas y noches frescas. Hoy, una propuesta muy actual (por su reciente publicación) y muy interesante:


La periodista y escritora Rosa Montero (Madrid, 1951) no necesita más carta de presentación que su dilatado currículum profesional y su larga y exitosa carrera literaria. Desde Crónica del desamor (1979) hasta Lágrimas en la lluvia (2011), Montero es autora de títulos inolvidables, merecedora de numerosos premios y en la actualidad colaboradora habitual del periódico El País.
Con el propósito de renovarse en cada novela, su última entrega, La ridícula idea de no volver a verte, es original y diferente, nada que ver con lo anterior. Además, en cierta manera se trata de un intento de catarsis, suscitada por la dolorosa experiencia de la pérdida de un ser querido. Tras la muerte de su pareja, después de veinte años de convivencia, Rosa Montero da a luz este libro no como superación del duelo –algo así nunca se supera– sino como una forma de reinvención, para demostrarse a ella misma sobre todo que ha aprendido a vivir sin Pablo. Como nada sucede por casualidad e incluso a veces las cosas pasan de una manera tan evidente, tan oportuna, el diario de Marie Curie cayó en manos de la escritora y fue como una revelación. Una mujer extraordinaria, con una vida digna de ser contada –pues su historia se conoce a la sombra de la de su marido– y marcada por la viudez. A partir de este último punto en común, Rosa Montero desarrolla una amena narración en la que se van intercalando episodios biográficos de Madame Curie con vivencias y puntos de vista de la propia autora.

Abordar la figura de una científica de la talla de Marie Curie –no solo desde la óptica vital sino también profesional– y plasmarla de una manera grata es lo que ha conseguido Rosa Montero en esta novela inclasificable cuyo trasfondo es la vida misma, una novela sentimental a la vez que burlona, tan rigurosa como divertida, en la que la escritora incluso se permite el uso de los conocidos hashtag para etiquetar los temas de los que habla. No en vano Rosa Montero es una asidua de las redes sociales, donde tiene miles de seguidores.
Con la prosa fluida y hábil, directa, a la que nos tiene acostumbrados, Montero conjuga la narración de la trayectoria de Marie Curie con sus sentimientos más íntimos. Algo que sin duda debió de resultar difícil a una escritora que ha confesado en numerosas ocasiones que no se siente cómoda escribiendo sobre ella misma, si bien de alguna manera siempre se muestra en sus novelas. En ninguna como en esta. Sin embargo, lo hace de una forma sutil y natural, tamizando lo personal a través de una amplia visión sobre la época que le tocó vivir a Curie. Temas como el papel de la mujer, abordando las limitaciones que sufría, las debilidades del ser humano, la coincidencia, el amor, la culpa y el dolor toman protagonismo, dejan en un segundo plano lo propio, aunque la autorreflexión y la anécdota permanecen en la memoria del lector. Las fotos que acompañan al texto tampoco tienen desperdicio, son la guinda perfecta para hacer de este un libro singular, auténtico. Al final, la autora incluye el pequeño diario de Curie para dar voz a la historia que nos acaba de contar. Una vida dedicada a la ciencia, luchando por el descubrimiento que había logrado junto a su marido, en precarias condiciones, con dos hijas, un aborto, y la sombra de la enfermedad acechando entre las probetas del laboratorio. Pero no hay lugar en este libro para lo dramático, sí para la admiración, la sonrisa, la curiosidad, la reflexión. La superación.

¡Feliz lectura!

CDR

jueves, 17 de octubre de 2013

PARENTESCOS INSÓLITOS: BIZCOCHO Y ALBARICOQUE

Retomamos esta serie de curiosidades etimológicas con un par de palabras cuya relación resulta bastante extraña a priori, ¿no les parece? Veamos:

El verbo latino coquere (cocer) se ha perpetuado no sólo en las lenguas neolatinas, sino también en muchos idiomas germánicos, como demuestran el verbo inglés to cook o el alemán kochen. En español son fácilmente reconocibles, además, muchos de sus derivados, como coctio (cocción), coquina (cocina) o coquinare (cocinar). La palabra decoctio (decocción), derivada de decoquere (reducir cociendo), la empleaban ya los médicos romanos para referirse a los medicamentos obtenidos tras cocer mucho tiempo las plantas en agua hirviendo.

Desde muy antiguo, la cocción ha sido uno de los métodos tradicionales de preparación de los alimentos. Por este motivo, nada de raro tiene que entre la familia de palabras que ahora nos ocupa encontremos unos cuantos exquisitos parientes, desde el opíparo cocido madrileño hasta los sancochos colombianos y canarios, pasando por los deliciosos cochifritos -primero cocidos y luego fritos- cordobeses (de cabrito) y navarros (de cordero). En la Antigüedad clásica, el biscoctus (literalmente "dos veces cocido") era una torta que se metía de nuevo en el horno después de sacarla del molde; esto la hacía menos apetitosa, más seca y compacta, sí, pero al mismo tiempo le garantizaba mayor conservación -Plinio llegó a asegurar que se conservaba siglos, pero sin duda estaría exagerando.- Aquel pan, que consumieron ya las legiones romanas, fue durante siglos el alimento básico de marinos y soldados. Hoy este nombre se conserva en casi todos los idiomas europeos, pero referido a alimentos bien distintos: desde el biscuit francés ("galleta"; de ahí biscuit en el inglés británico y el alemán Biskuit) hasta el Zwieback alemán o el italiano biscotto (que a través del francés biscotte, ha llegado hasta nuestros biscotes). El más tierno de todos, no obstante, es nuestro bizcocho -tan típicamente nuestro que en Italia lo llaman pan di Spagna-, y ello por una razón muy sencilla: hace tiempo que la receta original se cambió y los pasteleros españoles, más preocupados por la exquisitez de sus productos que por el respeto a la etimología, ya no cuecen dos veces los sabrosos bizcochos.

Fuera ya del terreno culinario, denominamos escozor a una sensación parecida a la que producen las quemaduras. Eso por lo menos es lo que afirma Sebastián de Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana o española (1611) sobre "escozer": dar dolor ardiente, que parece que quema y cueze la carne. Ya saben, lo que se sienten cuando sufren una escocedura.

Como los romanos consideraban que el proceso de maduración natural de los cereales y los frutos era una especie de cocción por efecto del sol, coquere significaba también "madurar"; y praecoquere, lógicamente, "madurar antes de tiempo". La palabra praecox (precoz), en un principio aplicada a los frutos tempranos o prematuros, se ha utilizado luego con otros muchos sentidos figurados, como cuando decimos que un niño es muy precoz o, en medicina, hablamos de diagnóstico precoz.

Y ustedes se preguntarán a estas alturas ¿qué hay del albaricoque? Pues resulta que en el siglo I de nuestra era, los romanos conocieron una variedad de melocotón tempranero, importado de Persia, que maduraba antes que las demás frutas de hueso, y lo llamaron persicum praecoquum, pronto abreviado a praecoquum. Esta palabra pasó al griego como βερίκοκκον (berékekkon o berýkokkon), y de ellos la tomaron los árabes, que la pronunciaban algo así como barkuk (con el artículo determinado al-barbuk). Cuando los árabes conquistaron España, plantaron con gran éxito estos árboles frutales, cuyo fruto se llamó en castellano albaricoque. De ahí fue pasando a otras lenguas europeas, con degeneración progresiva de la pronunciación: albercoc o abercoc en catalán, abricot en francés, apricot en inglés, Aprikose en alemán o abrikoos en holandés.

Si no se les ha abierto el apetito, al menos han aprendido algo interesante hoy sobre el origen y las relaciones entre las palabras.

CDR

martes, 15 de octubre de 2013

A LAS TRES

En el día de la onomástica de mi madre, de mi hermana y el cumpleaños de una amiga muy querida, más que eso, mi Tati (una mezcla entre madre y hermana) -qué coincidencia-, reproduzco a continuación un bello poema de uno de mis poetas favoritos, Ángel González.

Porque cumplir años es ley de vida, los años pasan sin remedio y eso es vivir. Y aunque el tiempo transcurre rápidamente, como dice el poema, hay que vivir mucho, sufrir mucho para cumplir un año más. Los años nos curten y llega un día en que el espejo nos devuelve una imagen quizá cansada, difuminada de nosotros mismos, pero eso es lo que somos, como una piel cuyas cicatrices revelan una larga experiencia.

Yo lo noto: cómo me voy volviendo
menos cierto, confuso,
disolviéndome en el aire
cotidiano, burdo
jirón de mí, deshilachado
y roto por los puños.
Yo comprendo: he vivido
un año más, y eso es muy duro.
¡Mover el corazón todos los días
casi cien veces por minuto!

Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.

("Cumpleaños")

Felicidades a las tres.

A mi madre por su fortaleza. A mi hermana por su dulce voz. A mi Tati por cumplir un año más.

Y a las tres, por todo lo demás.

CDR

domingo, 13 de octubre de 2013

PERROS NO

Hasta que no he tenido perro, no me había dado cuenta de la cantidad de lugares a los que tiene el acceso denegado el mejor amigo del hombre. Empezando por los más lógicos, como los centros sanitarios o los restaurantes, hasta los más insólitos (al menos para mí), como un parque al aire libre o una playa.

Ustedes dirán que los perros son sucios y hacen sus necesidades por ahí, dejando hecho un asco el sitio por el que pasan. Se sobreentiende que el dueño del perro es responsable de lo que hace su mascota y si un señor, señora, señorita, joven, niño o niña deja por ahí los excrementos de su perro, seguramente también dejará los suyos propios en un baño público, y tirará los papeles al suelo sin molestarse en buscar una papelera. Es decir, el guarro no es el perro, sino el propietario. ¿Es que nunca han visto a ese hombre que no puede aguantar más y orina en cualquier lugar? No debe ser algo excepcional pues yo lo veo a menudo, hoy sin ir más lejos. ¿Y qué me dicen de esos rincones que apestan a orines, no precisamente de perro? Además, ¿nunca se han adentrado a las afueras de una playa, un lago u otro lugar al que tenga acceso el ser humano y se han encontrado con unas cuantas catalinas adornadas con su papel y todo?

Pueden argumentar también que los perros son molestos o pueden ser peligrosos y por ello tienen vedado el paso a lugares públicos. Se da por supuesto, igualmente, que el amo de un perro que puede causar daño lo llevará con su correspondiente bozal y no lo dejará suelto, lo mismo que si el animalito es demasiado cariñoso y se arrima a alguien a importunar con sus carantoñas, lo amarrará de inmediato y pedirá disculpas sin dejar que la cosa vaya a más. He estado en playas en que el hijo de algún vecino de sombrilla me ha estado fastidiando y encima los padres le han reído las gracias. Y también van por la carretera conductores al volante de coches potencialmente peligrosos. No he visto ningún cartel de prohibido niños maleducados o prohibido locos sueltos.

Entiendo que los perros son animales y no puedan entrar libremente a donde sea como las personas, pero no me nieguen que hay personas que dejan mucho que desear, aventajando claramente a sus amigos los canes. A mí no me gusta ir por la calle y pisar una mierda de perro, pero tampoco me gusta pisar un chicle ni ver toneladas de basura por las ramblas.

Resumiendo.

CDR

sábado, 12 de octubre de 2013

VALORES ÚNICOS

Quererse uno mismo no siempre es fácil. Más bien diríamos que es muy difícil. Con frecuencia, nosotros somos nuestros más duros críticos y aunque eso está bien en cuanto a querer mejorar, corregir errores y aspirar a más, también puede convertirse en una tortura, pues nada nos puede hacer más daño que nuestra propia opinión.

Quererse uno mismo pasa por aceptarse. Que no significa conformarse con todo. Pero sí al menos con aquellas cosas de nosotros que no podremos cambiar por más que nos odiemos, porque no vale la pena malgastar energías, dañarnos... y transmitir a los demás el mensaje de que pueden pisotearnos pues no valemos nada. Esto precisamente es lo que suele ocurrir cuando nuestra autoestima está por los suelos, que nos convertimos en un blanco perfecto para aquellos que quieren hacernos daño. Y no son realmente ellos quienes nos hieren, sino nosotros mismos. Ya que si vivimos en armonía con nuestras actuaciones, con nuestra forma de ser y con nuestro aspecto, ningún comentario malintencionado, ninguna mirada de desprecio, ninguna falta de respeto podrá tocarnos. No nos importará qué piensen de nosotros.

Aún así, es perfectamente natural sentirnos mal en ocasiones, por circunstancias determinadas, es imposible que todo nos resbale. Sin embargo, no estamos hablando ahora de eso, sino de una actitud general ante uno mismo. La de autodespreciarse, pensar que uno no sirve para nada y que si de pronto desapareciera de la faz de la tierra, a nadie le importaría. Que uno no tiene nada de especial, no es guapo, ni inteligente, ni tiene una sonrisa cautivadora, ni cae bien a los demás... absolutamente nada que lo haga digno de cariño. Por desgracia, así se sienten muchas personas, en especial, muchos adolescentes que, por la etapa en la que viven, suelen desarrollar esta capacidad autodestructiva del ser humano. Y no solo son los tímidos, callados y retraídos. Con frecuencia, detrás de los más abiertos, los que más gustan de posturitas y parecen tan seguros y ufanos de sí mismos, se esconde un verdadero problema de autoestima. Llamar la atención, buscar la aceptación de los demás, acomodarse a la tendencia general...

Hay una bonita frase de Eduardo Galeano, en El libro de los abrazos, que dice: "Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás." Es una de las que pongo en la pizarra para intentar que, durante la hora que queda allí escrita, germine en alguno la convicción de que todos somos únicos.

A continuación, un cuento que solemos leer en clase y del que podemos extraer muchas y enriquecedoras conclusiones:

"Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

El maestro, sin mirarlo, le dijo: - Cuánto lo siento, muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después. - Y haciendo una pausa agregó: - Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

- E. . . encantado, maestro - titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado, y sus necesidades postergadas.

- Bien - asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño y dándoselo al muchacho, agregó: - Toma el caballo que está allá afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo mas rápido que puedas. -
El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y solo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En el afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta.
Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado mas de cien personas, abatido por su fracaso montó su caballo y regresó.
¡Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro! Podría entonces habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda.

Entró en la habitación.

- Maestro - dijo - lo siento, no se puede conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo. - Qué importante lo que dijiste, joven amigo- contestó sonriente el maestro. - Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo. -

El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil con su lupa, lo pesó y luego le dijo: - Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que cincuenta y ocho monedas de oro por su anillo. - ¡Cincuenta y ocho monedas! - exclamó el joven. - Sí - replico el joyero- yo sé que con tiempo podríamos obtener por el cerca de setenta monedas, pero no sé, si la venta es urgente. . . -

El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido. - Siéntate - dijo el maestro después de escucharlo. - Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, solo puede evaluar verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor? - Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño. Todos somos como esta joya, valiosos y únicos, y andamos por los mercados de la vida pretendiendo que gente inexperta nos valore. -"

En definitiva, sé siempre tú mismo, no te dejes empequeñecer por nadie, si alguien te quiere te querrá como eres.

Si alguien te quiere de verdad, te valorará en su justa medida.

CDR

domingo, 6 de octubre de 2013

LA MUJER EN LOS PROVERBIOS DEL MUNDO: ETAPAS DE LA VIDA (I)

Seguimos con esta curiosa serie, tratando hoy los proverbios que se refieren a las diferentes fases en la vida de una mujer, en una primera parte.

Si bien es verdad que la sabiduría popular en todas las lenguas habla de la importancia de los hijos, no lo es menos, como ustedes sabrán, que no da igual -especialmente en algunas culturas- dar a luz un niño que una niña. En muchos proverbios no solo se hace hincapié en la diferencia entre sexos, sino que esta adquiere sorprendentes dimensiones. En casi todas las culturas se incluye en categorías opuestas a los hijos en función de su sexo, como si solamente tuvieran en común el hecho de haber venido al mundo del mismo modo. La mayoría de las sociedades favorece a un sexo sobre otro, aunque ambos requieran de un mismo trato para desarrollarse. ¿Adivinan cuál es el que se impulsa con mayor entusiasmo?

Cuando son niñas:

"Cuando nace una hija, el umbral llora cuarenta días" (árabe). No en vano en esta cultura muchos proverbios aluden al puñado de problemas que supone traer al mundo a una niña.

Aunque en África se expresa la misma preferencia por los varones, se reconoce, sin embargo, las ventajas de las hijas por el trabajo que realizan en la casa, su lealtad a la familia y su capacidad de procrear. "Una mujer sin una hija se enterrará viva" (ladino); o "Un clan con descendencia femenina no perece" (woyo).

Muchos proverbios no solo expresan una preferencia por los hijos varones, sino que justifican tal elección. La principal idea implícita se basa en la organización tradicional de la sociedad. Pues una hija que se casa está destinada a abandonar el hogar paterno, de modo que su compromiso y sus hijos se interpretan como una pérdida económica para su familia, ya que pasará a formar parte de la de su marido. En cambio, un hijo mantiene vivo el apellido familiar. "El destino de la hija es desaparecer" (chino); "Un hijo perdido" (bengalí); o "La hija es fruto de otro hombre" (vietnamita).

También existen proverbios que exponen algunas circunstancias atenuantes al hecho de tener una hija, siendo esto más fácil de aceptar si perdura la esperanza de tener un hijo en el futuro. Nunca hay que dejar de aspirar a algo mejor, como dice este proverbio japonés de consuelo: "Primero una niña, después un niño". Además, es un gran alivio para la madre pensar cuánto ayudará la hija en casa, ocupándose incluso de los niños que vengan después: "La primera hija vale un capital en el hogar" (coreano); o "La hija mayor es la niñera de sus hermanos pequeños" (vietnamita).

Y no acaba aquí el asunto, pues incluso el prestigio de una mujer depende de si tiene o no descendencia masculina. Algunos dichos africanos reflejan la posición social inferior de las madres sin hijos varones, como en este ejemplo ruandés: "Una mujer que solo tiene hijas no ríe antes que las demás". Siempre prevalece el optimismo, eso sí, puede haber tenido una mujer cuatro hijas y en el siguiente embarazo se mantendrá la esperanza: "Cuatro muchachas son los cuatro pies de la cama: una base estable para el hijo" (chino).

Si a estas alturas están pensando, bueno esto en nuestra cultura no pasa... esperen un poco. Pero aquí tengo que decirles que he encontrado un dicho popular catalán (tomémoslo como español) que asocia a las hijas con una ventaja económica y a los hijos con un inconveniente pecuniario: "Quien tiene coño, tiene pan; quien tiene picha, va a mendigar". Y también un proverbio estadounidense que demuestra que al menos los occidentales somos más prácticos y encontramos el lado bueno a tener niñas: "La suerte del agricultor: terneros machos y bebés hembras".

Sobre la virginidad y la virtud:

En hebreo, una virgen es "una rosa que todavía no ha abierto sus pétalos". En muchas culturas, la mujer es considerada núbil a temprana edad -algunas incluso sobre los diez años-. Desde la antigua Mesopotamia hay referencias a los matrimonios con niñas y con jovencitas. Los proverbios tampoco son ajenos a este hecho, pues una cosa es el desarrollo físico y otra la madurez psíquica, como afirma el dicho portugués "Una joven es como una piña: por arriba está verde, pero por debajo ya puede". Lo que queda claro en todos los refranes del mundo es que, sea a la edad que sea, la mujer debe llegar virgen al matrimonio. El temor a la pérdida de la virginidad antes del matrimonio es universal: "El herborista no tiene hierbas para la pérdida de la inocencia" (sorbo); "Una novia desgraciada deshonra a toda la familia"; o "Flor arrancada, tallo pisoteado" (malayo), siendo el tallo metáfora de los padres. La insistencia en que la joven debe vencer la tentación de perder la virginidad antes de hora es común, sin tener en cuenta que el sexo es cosa de dos, sin hacer hincapié en las responsabilidades compartidas, sin dar importancia, en fin, a la pérdida de la virginidad en los muchachos.

En cuanto a la mujer casadera:

"El candil del padre que tiene hijas arde toda la noche" (ladino). Teniendo en cuenta el concepto de dote, las hijas en verdad salen caras. Requiere mucho esfuerzo, sobre todo en los hogares con muchas niñas, conseguir matrimonios aceptables sin arruinar a la familia. Así, en este caso, la predilección por el hijo varón respondería a las consecuencias económicas que comporta el sistema de la dote. Otra solución práctica nos la da este proverbio: "Primo, casémonos par que la dote quede en la familia" (jamaicano). Por supuesto, siempre facilita las negociaciones la belleza de la hija. Si un pretendiente valora el aspecto físico de la joven, puede suceder que el padre se libre de ella con una dote modesta o incluso sin dar nada más: "Las doncellas hermosas no necesitan monedero" (alemán) o "La que nace bella, nace casada" (italiano). La fea, pobrecilla, necesita una compensación económica. Pero el que la novia sea rica, guapa o fea, siempre es peligroso. Porque en los casos en que ella aporta más, se suele alterar -siempre según la sabiduría popular- la naturaleza de la relación matrimonial: "Una gran dote es una cama llena de zarzas" (inglés). Esta tradición se da sobre todo en el mundo árabe, Europa, Asia y Sudamérica, mientras que en la cultura africana existe la costumbre de poner un precio a la hija, con lo cual el matrimonio resulta beneficioso económicamente para la familia.

Respecto a la elección de una pareja, es como una lotería, como expresa el proverbio inglés "El matrimonio y la horca los decide el destino". Los padres solo pueden esperar a ver qué depara el destino a sus hijas: "La boda puedo amañártela, pero la suerte ¿dónde te la consigo?" (árabe).

El día de la boda:

Qué duda cabe de que el día de la ceremonia nupcial es el día más importante en la vida de una mujer. Aunque existen proverbios que avisan del error: "Muchacha, no te ilusiones con el traje de novia; esconde mucho sufrimiento" (árabe). Se trata de un día decisivo porque en casi todas las culturas la boda coincide con el momento en que la joven abandona el domicilio paterno -ya hemos visto que para bien.- Algunos tópicos sobre este tema son, por ejemplo, el de las lágrimas y el del tiempo que hace ese día: "Novia llorosa, esposa risueña; novia risueña, esposa llorosa" (ruso); "la novia tendrá mala suerte si no llora el día de su boda" (chino); "Si los novios se mojan los pies, en menos de un año serán tres" (francés); o "Feliz la novia a la que ilumina el sol; feliz el muerto sobre el que llueve" (inglés).

En la próxima entrega veremos qué ocurre cuando la joven se quita el vestido de novia y comienza la vida real. Esta y otras etapas muy interesantes explicadas según los proverbios del mundo.

CDR

jueves, 3 de octubre de 2013

ENERGÍA

Ya hablé en una ocasión en este blog sobre los colores, su importancia es innegable en nuestro ánimo.

Existen numerosas teorías sobre la influencia de las energías en nuestras vidas y una de ellas expone que vestir de un determinado color cada día de la semana supone tener un mayor poder y estar en sintonía con las fuerzas del Universo. Algunas de ellas están relacionadas con el zodiaco, con los ángeles, con el reiki o con el feng shui. La que a continuación se describe se refiere a los planetas del Sistema Solar y su significación mitológica.

Para estar en armonía con la energía planetaria y atraer así la suerte y el éxito:






Domingo: Primer día de la semana. Es el día del Sol. El Astro Rey representa nuestro impulso interior, simboliza el objetivo a alcanzar en nuestra vida. Está relacionado mitológicamente con el dios Apolo, su pelo era rubio y ondulado, sus ojos brillantes como el fuego. Su color es el amarillo, naranja y dorado.
Lunes: Segundo día de la semana. Es el día consagrado a la Luna. Así como el Sol es el principio masculino que tiende a la exteriorización, la Luna es el femenino, tiende a la interiorización. Simboliza la madre. Su color es el blanco.
 
Martes: Asociado al dios Marte. Simboliza la acción y la búsqueda, la energía vital. Representa astrológicamente al guerrero que se propone conquistar o llegar a una meta. Su color es el rojo, relacionado además con el poder.
 


Es el día de Mercurio, el planeta de los procesos mentales y el conocimiento. Asociado al dios del casco alado, Mercurio, protector de los caminos y de los viajeros. Su color es el marrón.

 
Viernes: Es el día consagrado a Venus, la diosa del amor. Venus es el astro más brillante del firmamento después del Sol y la Luna. Está vinculado a la belleza, la armonía y la seducción. Su color es el verde, símbolo de la abundancia.

 
Sábado: Último día de la semana. Es el día de Saturno, planeta que antiguamente tenía mala fama en astrología, ya que allí donde está suele haber miedos, limitaciones o problemas. Hoy sabemos que si trabajamos esa energía obtendremos un gran regalo: la fortaleza personal. El sábado es el día del descanso según la tradición judía. Sus colores son el negro y el gris oscuro.





Lo cierto es que sentirnos bien con nuestra imagen cada día, con nuestra vestimenta, nos ayuda a sentirnos seguros; nos encontramos mejor, en definitiva. ¿Por qué no probar a ver cómo nos va? Si no nos gusta o no nos favorece el color que toca un día determinado, siempre podemos utilizar una prenda interior, un accesorio... o incluso encender una vela en casa.

Tonterías... Puede ser. Pero las poderosas energías que rigen el Universo ahí están. Y si podemos hacer que fluyan hacia nosotros y nos beneficien, ¿por qué no?

CDR


martes, 1 de octubre de 2013

ILUSIONES

Ilusión: concepto,
imagen o representación
sin verdadera realidad,
sugeridos por la imaginación
o causados por
el engaño de los sentidos.

Como ver una luz que no existe al final del tunel.

Ilusión: esperanza
cuyo cumplimiento
parece especialmente
atractivo.

Que de verdad haya luz al final del tunel y que empiecen a verse los brotes verdes aunque no sea primavera.

Ilusión: viva
complacencia
en una persona,
una cosa,
una tarea...

¿La volveremos a sentir alguna vez por quienes nos representan?

Mi mayor ilusión para este mes:

Que sea lo que en septiembre no pudo ser.

Y para terminar, un bello haiku otoñal:

Hojas de octubre
deslizan besos ocres
a pies descalzos.

CDR